Instituciones presentarán a la ALP propuestas para la Agenda Ambiental Bolivia 2030

Instituciones presentarán a la ALP propuestas para la Agenda Ambiental Bolivia 2030

El objetivo es lograr que “se reconozca la necesidad de orientar al país hacia un modo de desarrollo sostenible, en el que las personas y la naturaleza sean el centro de atención”, comentó Jenny Gruenberger, asesora estratégica de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema).

Un centenar de instituciones presentará, este viernes 18 de diciembre, a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) la “Propuesta de la Agenda Ambiental para Bolivia 2020-2030”, que contempla temas estratégicos, entre ellos: el cuidado de los bosques, la diversidad biológica, las áreas protegidas, los incendios, los recursos hídricos, la minería, las ciudades sustentables y el cambio climático.

“La intención es iniciar un proceso participativo e inclusivo para que los diferentes actores involucrados en la gestión ambiental del país asuman la necesidad de avanzar en el tratamiento prioritario de las temáticas expuestas y trabajar con urgencia en su solución o mitigación”, explicó Jenny Gruenberger, asesora estratégica de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema).

La propuesta de Agenda Ambiental, elaborada con el apoyo de Lidema, será analizada al menos por dos Comisiones de cada una de las cámaras del Legislativo.

El documento fue redactado en encuentros que comenzaron en octubre pasado y en los que participaron actores de tierras altas, valles y tierras bajas de Bolivia. Éstos precisaron las necesidades y proyectos estratégicos que deberán ser considerados en sus regiones.

Según los impulsores de la Agenda, también se desarrollaron mesas de trabajo con organizaciones de la sociedad civil de los nueve departamentos. Entre las acciones venideras están previstos espacios de socialización con asambleístas de cada región para abordar temas relacionados al estado ambiental de Bolivia, las presiones sobre el patrimonio natural y las propuestas para la década venidera.

El objetivo es lograr que “se reconozca la necesidad de orientar al país hacia un modo de desarrollo sostenible, en el que las personas y la naturaleza sean el centro de atención”, comentó Gruemberger.

El país contiene el 55% de la biodiversidad mundial

La Agenda Ambiental 2020-2030 señala que Bolivia es uno de los 15 países mega biodiversos del mundo. Agrega que el territorio boliviano representa el 0,2% de la superficie global, sin embargo contiene alrededor del 3,5% de los bosques del planeta y entre el 45 y 55% de toda la biodiversidad mundial.

En las últimas cuatro décadas, esta biodiversidad se ha visto cada vez más amenazada, principalmente, por la pérdida y degradación de hábitats, la sobreexplotación de los recursos naturales renovables, el cambio climático, la introducción de especies exóticas, el tráfico ilegal de flora y fauna silvestre y el conflicto entre fauna silvestre y seres humanos.

El reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), “Tras las huellas del cambio climático en Bolivia”, establece que el país no cuenta con información científica para afrontar los efectos del calentamiento global. 

En los últimos 25 años, la temperatura subió entre 0,08 y 0,34 grados centígrados en diversas regiones del territorio boliviano. El reporte pronostica que habrá aumentos de 1 a 2 grados hasta 2030 y de 5 a 6 hasta 2100 que se expresarán en cambios más drásticos de los patrones de distribución e intensidad de las lluvias.

Para evitar que estas proyecciones se hagan realidad, finaliza el documento del PNUD, es necesario que las autoridades del Estado implementen medidas de adaptación con una perspectiva de justicia ambiental a partir de acciones que reduzcan las vulnerabilidades presentes y aumenten las capacidades para hacer frente a los efectos del cambio climático

Fuente :  https://www.oxigeno.bo/gente/45951

Nota de prensa LIDEMA

Notas de prensa LIDEMA

 

Sociedad civil proyecta una agenda ambiental para Bolivia hacia el 2030

La Paz, 2 dic.- La sociedad civil representada por más de un centenar de instituciones con el apoyo de la Liga de Defensa del Medio Ambiente (Lidema) está impulsando un proceso destinado a proponer temas estratégicos que serán analizados con los legisladores nacionales, a fin de incluirlos en una agenda ambiental operativa que orientará el trabajo en favor del patrimonio natural de Bolivia los próximos diez años.

En ese marco el mes de diciembre, se ha trazado un proceso de encuentros y diálogos que iniciaron desde el 27 de noviembre con encuentros regionales, este viernes 4 de diciembre se desarrollará un Taller Nacional que busca convocar a las organizaciones, redes, universidades, y socializar el documento base generado denominado “Propuesta de la Agenda Ambiental para Bolivia 2020 -2030”.

El sábado 5 la convocatoria se amplía hacia los medios de comunicación, comunicadores y periodistas, con el propósito de establecer una red de colaboración para posicionar los nueve temas de la Agenda Ambiental y enriquecerla con las visiones y preocupaciones que ellos rescatan de sus territorios.

Durante la semana del 7 al 10 de diciembre se realizarán tres encuentros que aglutinarán a los actores de tierras altas, valles y tierras bajas, espacios en los cuales se precisarán las necesidades y proyectos estratégicos que deberán ser considerados en sus regiones.

El 11 de diciembre se estará trabajando para establecer una mesa de diálogo con asambleístas nacionales del legislativo, donde se abordará el estado ambiental de Bolivia, las presiones sobre el patrimonio natural y las propuestas para la década venidera.      

El proceso planteado busca sentar las bases para guiar la toma de decisiones de dos legislaturas, esta primera que nos lleva a la conmemoración de los 200 años de independencia del país y los cinco años posteriores en temáticas como ser modo de desarrollo, bosques, biodiversidad, áreas protegidas, incendios, recursos hídricos, minería, ciudades sustentables y cambios climáticos.

Este trabajo se inició durante el mes de octubre del 2020, cuando instituciones de la sociedad civil impulsaron ocho diálogos departamentales y un diálogo nacional, orientados a posicionar temas ambientales prioritarios en la agenda electoral de las principales fuerzas políticas que participaron en las elecciones nacionales, y que inició un proceso participativo y de corresponsabilidad en torno al ambiente y los bosques.

El  mencionado proceso está acompañado por una campaña comunicacional que difundirá los nueve temas a través de las redes sociales con la etiqueta #lanaturalezasiimporta, a través de ella la ciudadanía podrá enterarse de los resultados, avances y encontrará en mayor detalle toda la explicación temática y bases de la agenda ambiental a través de podcasts, audiovisuales, infografías, notas de opinión e informativas disponibles para que la población pueda mantenerse informada y se adhiera a las propuestas regionales y nacional a favor de nuestro patrimonio natural por los próximos diez años.     
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Más información:              
agendaambiental2030@lidema.org.bo
Cel: 78888846    

Petición de la Sociedad Civil Boliviana para el incremento de la Ambición Climática del Estado Plurinacional de Bolivia

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Petición de la Sociedad Civil Boliviana para el incremento de la Ambición Climática del Estado Plurinacional de Bolivia

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La advertencia de la ciencia es clara. Si no dejamos los combustibles fósiles bajo tierra y preservamos los ecosistemas marinos y los bosques, el sistema de regulación térmica planetaria colapsará de manera irreversible.

Bolivia es un país altamente vulnerable a los impactos del cambio climático e históricamente no es uno de los mayores responsables de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Sin embargo, la escala de la emergencia climática planetaria requiere repensar de manera urgente el modelo de desarrollo nacional, el cual -hasta hoy- ha estado basado en el extractivismo, la agroindustria y el deterioro de los recursos naturales, agrediendo y socavando los derechos y la vida de los pueblos indígenas, originarios y campesinos.

Los incendios que, este año, azotaron las regiones de la Chiquitanía, el Chaco y la Amazonía boliviana son un ejemplo de la aplicación de políticas de desarrollo que benefician a unos pocos en detrimento de las mayorías, causando daños irreversibles a la Madre Tierra, las poblaciones y pueblos indígenas.

De seguir en este camino desenfrenado, guiado por el modelo de desarrollo capitalista, diseñado para proteger y promover las actividades contaminantes y la acumulación de ganancias de corporaciones transnacionales y de élites nacionales oligárquicas, no solo se aumentarán las emisiones de GEI, sino que se incrementarán las desigualdades económicas y sociales, degradando los medios de vida, dejándonos más vulnerables y desprotegidos ante los, cada vez más frecuentes, intensos e impredecibles impactos climáticos.

Las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDCs, por sus siglas en inglés) son compromisos que los países miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) han aportado voluntariamente, tras la firma del Acuerdo de París, con el objetivo de reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Estos compromisos deben estar planteados de manera participativa, acorde a las realidades nacionales, y se deben centrar en acciones de mitigación, además de incluir compromisos en adaptación, financiamiento e innovación tecnológica de modelos económicos y sociales.

La comunidad científica ha alertado que con todas las contribuciones que los países han comprometido, hasta ahora, no se logrará el objetivo definido en el Acuerdo de París: evitar que el incremento de la temperatura media global del planeta supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales y promover esfuerzos adicionales que hagan posible que el calentamiento global no supere los 1,5ºC.

Las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional deberían expresar un real compromiso de los Estados para detener el incremento de la temperatura a través de soluciones reales y efectivas que, en corto plazo, signifiquen una reducción en las emisiones de GEI y, al mismo tiempo, contribuyan a reducir las desigualdades y a lograr una transición justa con las comunidades más vulnerables.

La política nacional energética bajo la consigna de “Convertir a Bolivia en el centro energético de Sudamérica”, además de ser inviable, está vinculada al poder de las grandes transnacionales, la construcción de megarepresas en la Amazonía y el impulso de la producción de etanol y biodiesel, vinculada a la ampliación de la frontera agrícola, destrucción de bosques para el desarrollo de monocultivos de caña, soya y sorgo, que son falsas soluciones al cambio climático, 

La apertura del mercado chino para la exportación de carne y la política agropecuaria solo beneficia a grandes ganaderos y terratenientes que son responsables de la mayor parte de la deforestación, del acaparamiento de tierras y del desplazamiento de comunidades locales e indígenas. El sector agropecuario es el principal responsable de las emisiones por ganadería y cambio de uso de suelo.

Los compromisos realizados por Bolivia ponen en riesgo la vitalidad de los ecosistemas en todo el territorio nacional, aumentarán las emisiones nacionales, generarán más injusticias económicas y sociales e incrementará la vulnerabilidad de las comunidades locales que ya enfrentan los impactos directos de estas actividades.

Bolivia, al mismo tiempo de seguir exigiendo el pago de la deuda histórica a los países desarrollados, debe comprometerse a que cualquier recurso proveniente del pago de la deuda histórica solo pueda ser empleado para enfrentar las desigualdades sociales históricas en el país, lo que significa, entre otros:

  • Asumir la responsabilidad de proteger los ecosistemas, particularmente los bosques, evitando el acaparamiento privado de la tierra y peligrosos mecanismos de mercado e integrando las propuestas de las comunidades que enfrentan los impactos de las políticas extractivas y del cambio climático.
  • Asumir que la devastación de territorios, resultado de las quemas de 2019, deben ser objeto de un diálogo abierto con participación de científicos nacionales e internacionales para la definición de acciones de restauración y/o recuperación, en beneficio de las comunidades afectadas y, en particular, de los pueblos indígenas de la región. Estas poblaciones están en claro proceso de desaparición al haber perdido sus medios de vida.
  • Generar y potenciar nuevos enfoques y modelos de desarrollo que permitan adaptar e innovar procesos productivos de base agroecológica tanto en comunidades de tierras altas como de tierras bajas que sufren los impactos del cambio climático y de actividades mineras.
  • Impulsar un modelo energético de transformación de la matriz energética a energías limpias y sustentables, de escala local, centrada en la satisfacción de las necesidades locales y con modelos de gestión y gobernanza participativa.
  • Impulsar la justicia de Género y generacional como base de las alternativas territoriales en campo y ciudad.  

Por esta razón, las organizaciones abajo firmantes exigimos:

Se inicie un proceso de construcción participativa y transparente de nuevas Contribuciones Determinadas a nivel Nacional que sean el reflejo de un nuevo modelo energético y productivo que, al mismo tiempo, promueva la justicia social económica y el equilibrio con la Madre tierra.

El Estado debe asumir políticas de protección de Derechos individuales y colectivos, de conservación efectiva de ecosistemas y la promoción de alternativas locales y con administración local recuperando los conocimientos y reconociendo el legado ancestral de las culturas de la región andina, oriente, chaco y Amazonía de Bolivia.

FIRMANTES:

 
 

CON EL APOYO DE:

 

CIUDADES

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CIUDADES

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Bolivia experimenta una irreversible expansión de la población urbana, a mediados de la década de 1970, el 70% de la población estaba en el área rural y, entre 1992 y 2012, la población urbana se incrementó en más de 3 millones, provocando que en el campo sólo quede el 30% de sus habitantes. Actualmente, el 64% de los bolivianos vive en las regiones metropolitanas y se prevé que en 2040 hasta el 90% de la población estará habitando las ciudades, lo que planteará nuevos desafíos para la administración territorial.

En la última década, el crecimiento del PIB estuvo acompañado de un incremento en los ingresos laborales y una leve reducción de la desigualdad, pero el sector informal continúa siendo el mayor empleador a pesar de sus características de precariedad laboral. La desigualdad de ingresos se mantiene y afecta especialmente a mujeres y jóvenes. El crecimiento urbano de las ciudades en Bolivia, desordenado y de baja densidad, va en desmedro de los espacios naturales aledaños, potencia los efectos nocivos del cambio climático: inundaciones, deslizamientos, estrés hídrico, olas de calor y provoca contaminación atmosféricas e hídrica, degradación de suelos y sobre explotación de acuíferos. En las ciudades, las condiciones de pobreza y los problemas socioambientales se agudizan, especialmente en mujeres y jóvenes que viven en zonas marginales. Esto se verifica en la precarización de la vivienda construida en zonas inestables, muchas de ellas ilegales, sin o con bajo acceso a los servicios básicos, como los sanitarios que potencian la situación de vulnerabilidad de las familias ante eventos naturales y antrópicos.

En el ámbito municipal, la gestión de los denominados botaderos presenta enormes falencias, amenazan la salud de familias, muchas de las cuáles también hacen de la basura un medio de vida o un medio de presión. El manejo de los residuos es inadecuado en la mayor parte de las ciudades, las políticas locales de recolección y disposición final y la necesaria utilización de tecnologías alternativas han sido erráticas y débilmente implementadas, generando además efectos contaminantes que afectan a toda la población. El incremento descontrolado del parque automotor afecta la calidad de vida de la población y de los ecosistemas urbanos y sus funciones ambientales.

Frente al cambiante escenario, producto del cambio climático y la degradación ambiental, los gobiernos locales deben asumir un rol protagónico en la organización y la planificación de las ciudades, para hacer frente a un conjunto de vulnerabilidades y externalidades socioambientales, cuidando también los vínculos urbanos – rurales y sus incidencias sobre las conurbaciones.

Las ciudades deben mejorar las capacidades reactivas para fortalecer la gestión de riesgos naturales y desarrollar la capacidad de adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos bajo un enfoque de resiliencia. Asignando alto valor a la ciencia y al desarrollo tecnológico que permitan la adaptación y el incremento de la resiliencia, implicando a la ciudadanía y construyendo una cultura ciudadana.

A tiempo de garantiza la calidad de vida de la población e incidir en la consumo más responsables y sustentable que incentive la infraestructura verde, se debe promover una visión de ciudades regenerativas, imitando los sistemas circulares que se encuentra en la naturaleza, considerando la capacidad productiva de los ecosistemas de los que dependen las áreas urbanas.

RECURSOS HÍDRICOS

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RECURSOS HÍDRICOS

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Bolivia tiene una diversidad única de recursos acuáticos, superficiales y subterráneos, que se originan en la cordillera de los Andes, formando tres cuencas, la del Amazonas, la del río de la Plata y la cuenca endorreica del Altiplano. Su red hidrográfica es muy densa, con grandes volúmenes de agua que se almacenan en lagos y en innumerables lagunas que junto con sus ríos albergan a una gran riqueza ictiológica y garantizan la continuidad de la vida humana y de la diversidad biológica. El país tiene además una extraordinaria riqueza en humedales, incluyendo el humedal tropical más grande del mundo (Pantanal) y el mayor complejo de humedales del planeta (Llanos de Moxos), así como los bofedales en el altiplano. Sin embargo, en la actualidad, se advierte una competencia por el uso múltiple del agua, proveniente de las demandas poblacionales, energéticas, agrícolas, industriales y mineras, que provocan conflictos por el acceso al agua, a lo que se suman problemas críticos de contaminación del recurso y los eventos extremos asociados al cambio climático que provocando inundaciones y sequías. A pesar de lo anterior y de que el agua está contemplada en la Constitución Política del Estado como un bien común inalienable, por su enorme valor, aún corre el riesgo de estar sujeta a procesos de valoración comercial y de restricciones a su acceso. Además, los recursos hídricos no están adecuadamente protegidos ni gestionados.  En términos normativos, seguimos con una Ley de 1906, e institucionalmente la gestión está dividida entre Ministerios que mantienen baja coordinación entre sí.

En el país, la disponibilidad de agua no es equitativa, y su distribución, acceso y consumo tienen relación con los niveles de pobreza, bajos ingresos y precariedad urbana, al estar el servicio bajo reglas de comercialización. En general el agua, especialmente en las ciudades, no es bien utilizada y se la derrocha. El agua de buena calidad para uso humano es un bien escaso, incluso en las zonas húmedas, y una de las principales amenazas es la contaminación.

Ante esta situación, es urgente actualizar la Ley de Aguas, modificar leyes como la de Minería y Metalurgia, que da prioridad al derecho de uso sobre fuentes de agua a operaciones mineras en todo el territorio nacional, y revisar megaproyectos que saquean el recurso agua, como es el caso de San Cristóbal, que utiliza aguas fósiles provocando la desaparición de bofedales y lagunas, indispensables para riego de pastizales de los que depende la ganadería de camélidos.

Así mismo, es fundamental que el Estado fortalezca la gestión integral de cuencas, principalmente las más contaminadas, como la del río Pilcomayo o la del lago Poopó, que sufren los impactos de la minería tradicional; y de los ríos más afectados, sea por vertido de mercurio, proveniente de la actividad minera aurífera, o por uso masivo de agroquímicos. Las políticas públicas también tienen que dar atención a los ríos que cruzan o circundan las mayores ciudades, que son receptores de contaminación a gran escala (Choqueyapu, Katari, Rocha, Piraí, Guadalquivir, San Juan, etc.) y transportan sus aguas contaminadas urbanas e industriales a zonas rurales, afectando la biodiversidad, medios de vida y la salud humana y de los ecosistemas. La solución a este problema pasa por el tratamiento de aguas servidas urbanas e industriales y la promoción, desde los diferentes subniveles del Estado, de acciones para la colecta de agua de lluvia, el buen uso de aguas de riego y la regulación del uso doméstico o familiar.

En las tierras bajas, como la Chiquitanía, se deben tomar recaudos y acciones de control ante acciones de represamiento de cañadas y la construcción de numerosos atajados o lagunetas para abrevaderos del ganado, que provocan la reducción de aportes para las comunidades locales, la vida silvestre y los ecosistemas en general. En el Altiplano, se debe revertir la situación de la bahía de Cohana, que se ha convertido en depositario de aguas contaminadas domésticas e industriales a gran escala de la ciudad de El Alto y otros municipios.

Las políticas públicas en aspectos de desarrollo y económicas, deben considerar que el agua es fundamental para garantizar el abastecimiento indispensable y prioritario para los seres humanos y  los animales, pero también para que la Naturaleza pueda reproducirse, regenerarse y evolucionar, permitiendo conservar los ecosistemas que brindan un sinfín de funciones ambientales, como regulación del clima y provisión de agua para los diversos usos, permitiendo la existencia de la diversidad de especies, incluida la humana.

El derecho del agua para la vida, la participación social, la gestión concertada e integral de los recursos hídricos, son conquistas de los movimientos y organizaciones sociales, que deben ser respetados. Así mismo, la experiencia de los programas que han aportado valiosa información especializada debe ser aprovechada para enfrentar los nuevos y crecientes desafíos para gestionar el recurso más valioso que tenemos.